My thoughts tend to sound better in books i didn't write, and in the songs I didn't sing.
Even then, there's no piece of literature, no song, no work of art that can explain the way you feel.
Porque hay veces en las que no sabes qué pensar o qué sentir, o ni siquiera si puedes hacerlo.
Momentos en los que la sangre va tan rápido por tus venas, que el corazón parece que se va a salir del pecho; la sangre se te agolpa en las sienes y tiemblas.
Pero para contrarrestar la velocidad a la que va tu corazón, parece que el mundo se ha detenido, para que disfrutes ese momento como si fuera a durar para siempre.
O esos momentos en el que es totalmente lo contrario; el corazón se te para, no sabes ni qué pensar ni qué sentir. El cerebro se queda en blanco y se te ha olvidado incluso el hablar.
Y todo a tu alrededor empieza a volar a una velocidad vertiginosa, como si no le importase tu letargo, o lo hiciera para que todo pase cuanto antes y despiertes de él.
Y después, los momentos perfectos; tu cuerpo y tu mundo acompasados.
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